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Oscar Niemeyer

© Turismo de Asturias

Oscar Niemeyer

«No es la línea recta la que me atrae, dura, inflexible, creada por el hombre. La que me atrae es la curva libre y sensual. La curva que encuentro en las montañas de mi país, en la sinuosidad de sus ríos, en las nubes del cielo y en las olas del mar. De curvas está hecho el universo, el universo curvo de Einstein»

Ante la responsabilidad de ser un testimonio de excepción del siglo XX, Oscar Niemeyer dobló la apuesta y vivió para serlo también del siglo XXI. Trabajó a diario convencido de que la arquitectura no era lo más relevante. Sin embargo, dentro del universo de la arquitectura, él sí fue extremadamente importante.

Niemeyer fue el artista total cuya obra abarcó todos los formatos de la arquitectura y, además, cosechó todas las artes creativas. Su figura como creador fue comparable a la de Picasso, su artista más admirado, por la revolución de su propuesta, la calidad de su técnica y el poder intemporal de su estilo personal.

La inspiración de Niemeyer nacía de la naturaleza, de las montañas de Río, como le decía Le Corbusier, o de las curvas de los cuerpos dorándose al sol de Copacabana, como él mismo confesaba, sonriendo a través del humo de uno de los cigarros que fumaba al atardecer.

El resultado de esa inspiración fue siempre poderoso, pero también muy divergente. En colinas de Brasil, Estados Unidos y Europa, sus casas son villas gráciles y lujosas; el lujo hecho aire, espacio, tul. En las favelas de las urbes brasileñas hay un Centro Integrado de Educación Pública, CIEP, donde los más desfavorecidos pueden recibir el alimento y educación que sus familias no les pueden dar.

En Brasilia, la única capital contemporánea declarada por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad, el resultado es la casa de la democracia más grande de Iberoamérica. En el mundo entero, esa inspiración tropical resultó ser un impulsor de la modernidad y la perpetua búsqueda de la originalidad que ha influido en la mayoría los arquitectos estrella de la actualidad

Niemeyer como hombre y como creador, era un renacentista completo: humanista de convicciones profundas, maestro en las artes gráficas, arquitectura e ingeniería, lector erudito, escritor prolífico, sensible a todas las formas del arte contemporáneo. El renacentista tropical. El humanista que vino del sur.

Niemeyer donó a la ciudad de Avilés -ya convertido en un mito de la arquitectura mundial- su primera obra en España (“mi obra más querida”, en sus propias palabras) con la idea de que el Centro Niemeyer fuera una plaza abierta al mar para todos los hombres y mujeres del mundo; un lugar para la convivencia, la educación, la cultura y la paz.